miércoles, 24 de octubre de 2012

Hacer las cosas de otra forma ahora

¿Por qué en la Escuela nos cuesta tanto cambiar las formas de hacer las cosas? ¿Por qué seguimos con una estructura organizacional heredada de la revolución industrial? ¿Por qué seguimos ocupando "inspectores"? ¿Qué deben inspeccionar? ¿Por qué seguimos "parcelando" el conocimiento en ciencias, lenguaje, matemáticas, etc.? ¿Por qué agrupamos por edad a los estudiantes? ¿Por que´todos deben realizar la misma evaluación tanto en forma como en habilidades a evaluar? ¿Por qué seguimos calificando a los estudiantes con una escala numérica de 1 a 7? ´¿Por qué seguimos exigiendo uniformes y cortes de pelo "tradicionales"? ¿Por qué seguimos aprobando a un estudiante al final de año solo por sus calificaciones? ¿Por qué la "formación integral" sigue siendo solo una frase de todos los Proyectos Educativos?
Son muchas las preguntas que aparecen cuando confrontamos a la mayoría de las Escuelas que tenemos en Chile con lo que está ocurriendo en la sociedad actual. Nuestra Escuela sigue estando 40 años atrás de lo que ocurre en la sociedad.
Ciertamente hay muchos espacios en donde se respira aire nuevo, en donde la Escuela se abre a la sociedad, al mundo actual y, sobre todo, es capaz de mirar un poco más allá e intentar visualizar el futuro. Surgen diversas experiencias tal como lo muestra www.educacionprohibida.com en la cual la Escuela está dando un giro existencial necesario.
Pero hay mucho más por hacer. Y esa es la tarea que tenemos entre manos. Se hace vital comenzar a hacer las cosas de otra forma, atrevernos a abrir las ventanas y puertas de la Escuela y comenzar a mirar donde la vida fluye, circula y se desarrolla. Esta tarea no es sencilla, ni de logros inmediatos. Se requieren capacidades intelectuales, emocionales, afectivas. Es fundamental cambiar el chip  dar un salto vital hacia nuevas formar de comprender al ser humano, la convivencia y la sociedad.
No podemos esperar que todos estemos de acuerdo en cómo hacer las cosas de forma distinta. ¨Pero lo importante es comenzar. Para ello hay que trabajar los liderazgos, no solo directivos, sino, sobre todo, los liderazgos de los profesores que son quienes debemos conducir esta transformación. No será el sistema central, ni el Ministerio, ni el Gobierno, ni los organismos de educación internacionales los que cambiarán el chip. Tal vez estemos asistiendo al inicio de un nueva Escuela. Se abren nuevas ventanas (TIC´s, neurociencias, emociones, etc.) por donde entran aires de renovación para una Escuela que está perdiendo el foco, que no satisface las necesidades de los estudiantes que hoy llenan sus aulas. Una Escuela que maltrata a sus niños y niñas, que está en el centro del huracán, pero que, al parecer, no se da cuenta de dónde está ubicada.
Me quedo con esta frase que extraje de un comercial de automóviles: "La próxima vez que tengas un sueño, que no se te olvide cumplirlo" En eso estamos en la Escuela, cumpliendo nuestro sueño.

jueves, 18 de octubre de 2012

Documental "Profes"

Espero poder comentarla pronto.
Aprender, crear, transformar.
Vean el documental "Profes: un documental de Elige Educar"

lunes, 15 de octubre de 2012

"El reemplazante" Feliz Día del Maestro: ¿Qué celebramos?

No sé bien si es el 16 de octubre u otro día. Tampoco sé, a ciencia cierta, si se celebra en esa fecha solo en Chile, pero el hecho es que hace 15 años que celebro el día del Maestro. La primera celebración fue en Curarrehue, en la Escuela Misional N°3 (hoy Complejo Educacional Ruka Ngen). Ciertamente la que más recuerdo.
¿Qué celebramos los profesores? ¿cuál debe ser el foco de este día de celebración para nosotros? De cara al espacio que hoy tiene la Educación en nuestro país, y en el mundo entero, ¿qué tenemos para celebrar los profesores?
Siempre he pensado que para muchas personas, tal vez para demasiadas, los profesores seguimos siendo los héroes de nuestra sociedad. Intuyo una mirada sobre nuestra profesión, incluso de muchos profesores, como si estuviéramos salvando al mundo con nuestro trabajo. Me ha pasado varias veces que cuando digo que soy profesor en un grupo nuevo, aparecen los comentarios del tipo "qué bonito", "debe ser tan lindo trabajar con niños". Aparece una cierta admiración, no se bien por qué, sobre el trabajo docente. Al parecer hay un grupo que ve en los profesores los responsables del futuro, del bien de la humanidad. Somos los héroes que el mundo requiere, que la sociedad necesita en este momento tan delicado y crítico.
Pero estos héroes, a juicio de muchos más, son además mártires. Tenemos sueldos bajos en comparación a otros profesionales, trabajamos muchas horas tanto en el Colegio como en nuestro hogares. Somos medio psicólogos, asistentes sociales, terapeutas ocupacionales, padres y madres de nuestros alumnos. Se nos valora porque tenemos paciencia con los niños inquietos y con los jóvenes rebeldes. Los profesores, los mártires del siglo XXI, en quienes se depositan las esperanzas de esta sociedad.
Ciertamente hoy a la Escuela se le pide todo: prevenir las drogas, el abuso, educar en valores, desarrollar habilidades, prevenir las injusticias y educar para la paz, entre otros pedidos más. Y somos los profesores quienes debemos lograr todo esto. La sociedad pone en nosotros toda la responsabilidad, pero por otro lado surgen voces críticas, voces que nos ubican como un grupo de profesionales que nos falta actualización, que no logramos que los niños aprendan, que tenemos gran responsabilidad en los bajos resultados del SIMCE, PISA y cuanta prueba estandarizada busque saber si los estudiantes están o no preparados para la sociedad de consumo.
Tal vez esta reflexión no sea aplicable al menos del 10% de Colegios particulares pagados en donde ser profesor, en varios de esos casos, es una realidad incierta en términos del lugar que le otorga la familia en la formación de sus hijos.
En medio de estas dos fuerzas: profesores que deben salvar el mundo que a la vez no tienen las competencias para dar una buena educación, se erige nuestra labor cotidiana, anónima. silenciosa y completamente diversa. Seguramente mañana muchos hablarán de los profesores, sobre todo los tecnócratas de turno y los cientos que hablan, escriben, opinan, critican y piensan, sin haber escuchado nunca, o hace mucho tiempo, un timbre que indique el inicio de recreo.
Mientras veo "El Reemplazante" (TVN) me doy cuenta que una de las cosas que tenemos para celebrar es la capacidad de seguir apostando, en medio del silencio, por hacer otro mundo posible. Con errores, con aciertos, a veces con más empeño que profesionalismo. Con inseguridades, con falta de coraje, pero estoy seguro que seguimos aportando a que la transformación social no sea solo la utopía, sino la certeza de la realidad que nos toca, de lunes a viernes, vivir en nuestra aulas y patios.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Convivencia y Disciplina: ¿para qué estamos educando?

Hoy asistí, como muchas otras veces, a un Consejo de Disciplina. Una vez más aparecen las anotaciones negativas, las suspensiones de clase, las condicionalidades, la suspensión de matrícula y todos los juicios que continuamente los profesores realizamos sobre los estudiantes.
Estoy convencido que la convivencia, las relaciones interpersonales, el cumplimiento de la normativa del Colegio de turno marcan la vida de todos los estudiantes. Finalmente muchos pasan por las Escuelas sintiendo que son "buenas" o "malas" personas según los juicios que realizamos sobre la "conducta" de los estudiantes.
Y es aquí donde aparece una tensión profunda de nuestra Escuela actual: ¿por qué los educadores tenemos que juzgar las conductas de los estudiantes? ¿estamos todos capacitados para ello? ¿se les forma a los profesores para saber emitir juicios sobre la forma de ser de los estudiantes? Si las normas no son construidas por los estudiantes, ¿por qué tendrán que adherir a ellas? ¿en qué fundamentamos las normas que exigimos cumplir al interior de las Escuelas?
La gran crisis de la Escuela también incluye este aspecto y, a mi juicio, es el centro de la crisis de la Escuela. No hemos sido capaces de construir comunidades educativas centradas en el diálogo, en la construcción normativa colectiva, en la horizontalidad. Hemos puesto sobre los niños y adolescentes grandes cargas normativas que ellos no significan porque no tienen motivos para ello, y además porque sus paradigmas normativos son completamente distintos a los nuestros.
Las normas, las leyes, los códigos de comportamiento son letra pero no provocan transformaciones en las personas. Por más sanciones que pongamos, por más anotaciones negativas, suspensiones de clases y condicionalidades que entreguemos la convivencia no va a cambiar. No somos distintos solo porque nos sancionen, mejor dicho estoy convencido que la letra con sangre NO entra, la letra con sangre DUELE y deja HERIDAS, algunas de las cuales nunca nos abandonan.
La Escuela aun puede estar siendo el lugar infernal para muchos de nuestros estudiantes. Son muchos los que no tienen ningún espacio en la Escuela actual. Seguimos procurando amoldar a los niños y jóvenes a nuestra forma de ver el mundo, la sociedad, los vínculos y la convivencia. ¿Somos acaso los adultos los que sabemos cómo hay que relacionarse, como hay que vincularse? He aquí la gran tensión de la Escuela actual: mientras sigamos pensando que los niños y jóvenes deben aprender a convivir según nuestros parámetros, seguiremos necesitando la "disciplina" entendida como la obediencia a normas externas al individuo.
El tema es el de siempre: ¿educamos para transformar la sociedad? ¿seguimos reproduciendo aquellos que nos hace menos humanos, que sigue produciendo víctimas?
Atrevámonos a hacer las cosas distintas: construcción colectiva de normativas, resolución de conflictos, acompañamientos familiares y escolares, consecuencias comunitarias, etc.
La paz y la justicia la construimos todos, entre todos, con nuestras oscuridades y claridades, la construimos entre todos!!

miércoles, 3 de octubre de 2012

Nuevos tiempos, nuevos aprendizajes

Internet llegó para quedarse y para afectar toda nuestra vida.
Cada día aparecen más y más aspectos de la vida que son afectados, modificados y transformados por la web.
Y el aprendizaje no podía quedar fuera de esta expansión. Más aún, la capacitación docente está siendo profundamente afectada por la nueva forma de capacitación e-learning. Van apareciendo cada vez más alternativas de formación, de conocimiento y capacitación. Se expande silenciosamente esta nueva perspectiva del perfeccionamiento continuo que los docentes procuran tener año tras año. Todo esto traerá nuevos desafíos para los docentes:
1) ¿Qué curso elegir? La oferta crece, aumenta, se especifica, se deglosa. No es sencillo decidirse ante tanta oferta. Pareciera que todos los cursos son necesarios, que las problemáticas son tantas que se hace imposible no tentarse por tomar más y más cursos. Para ello es fundamental detectar las necesidades reales que tengo como docente, saber priorizar, reconocer las debilidades que nos impiden llevar a cabo una mejor gestión al interior y al exterior del aula.
2) ¿Cómo trasladar al aula los nuevos conocimientos? Hace un par de años participé de un seminario sobre formación continua docente y recuerdo que una de las certezas que se tenía era que no siempre los cursos que tomaban los profesores de traspasaba al aula, mucho menos implicaba un mejor aprendizaje en los estudiantes. La pregunta central es cómo logramos rescatar los elementos centrales del curso que impacten directamente en el aprendizaje de los estudiantes. Una vez más hay que poner el foco en el lugar preciso. La capacitación es para cambiar el chip, para obtener mejores resultados, no solo para incrementar el CV.
3) ¿Aprendizaje o capacitación? Ciertamente que los cursos e-learning nos entregan capacidades para el trabajo docente, pero queda, a mi juicio, un espacio no totalmente claro. El desafío implicará el ser capaces de reconocer las nuevas formas de aprender, dejando de lado el contacto grupal al que estábamos acostumbrados. No es tarea fácil para los inmigrantes digitales acostumbrados al trabajo en grupo, a la conversación directa, a la construcción colectiva del aprendizaje. Si bien hoy tenemos nuevas formas de aprendizaje colectivo, de participación, ellas no configuran, por ahora, métodos que pongan en juego las emociones, la corporalidad tan necesarias para implicar a toda la persona en el aprendizaje. Aun quedan muchos espacios vacíos en torno a la nueva forma de aprender, de capacitarnos para poder crecer y acompañar a los estudiantes.
Nuevos tiempos, nuevos aprendizajes, nuevos desafíos.