martes, 25 de septiembre de 2012

Poder dentro de las Escuelas


Denuncias de apoderados contra colegios aumentan 41% entre 2010 y 2011

Este era el titular de una noticia que apareció ayer lunes 24 en el diario La Tercera.
En el interior de la noticia se hace referencia a que un tercio de las denuncias corresponde a maltrato físico y psicológico de adultos a alumnos y entre escolares.
El dato entregado es altamente complejo, por decir lo menos.
Se trata, en el fondo del tema del poder dentro de las Escuelas. Lo que aparece aquí, aunque se quiera tapar continuamente es una profunda crisis del actual sistema educativo, y no me refiero al tema de los dineros o a la educación pública o privada, sino que hago referencia a la forma en que nos relacionamos dentro de las Escuelas, a la forma en que los profesores procuran poner "orden" o hacer sus clases. En la lucha diaria por lograr que muchos niños y adolescentes se interesen por lo que ocurre dentro de los edificios llamados Escuelas.
Si aumentaron las denuncias en un 30%, ¿cuánto habrán aumentado los casos en que no se denuncia al agresor?
¿Cómo nos estamos relacionando con nuestros alumnos? ¿Por qué un adulto, un profesor, llega a agredir a un estudiante? ¿Cómo se relaciona este dato con la salud mental de los docentes? ¿Está en crisis la "autoridad" de los profesores? ¿Somos capaces de convivir en paz?
Muchas preguntas más aparecen, pero creo necesario el focalizar esta reflexión en señalar que la Escuela actual tiene que tener un viraje esencial. No podemos seguir haciéndonos los ciegos y sordos frente a la crisis actual que ocurre dentro de las aulas.
No se trata de hacer nuevos Planes de Escuelas Seguras o de Convivencias, ni siquiera obligar a los Colegios a tener Manuales de Convivencia. Seamos claros: las personas no cambian por más Manuales que se escriban, los seres humanos no aprendemos porque nos obliguen a convivir mejor. Se requiere un ejercicio de humanidad profunda, de reconocernos quiénes somos, qué queremos y hacia dónde avanzamos.
Es necesario destapar la realidad que ocurre dentro de las Escuelas, no seguir disfrazando la realidad con SIMCE, PSU u otros instrumentos que solo miden un aspecto de lo que ocurre en el interior de la Escuela. Además es necesario darse cuenta de que lo realmente importante, lo que marca nuestra vida adulta desde la Escuela no es el puntaje que sacamos en alguna prueba estandarizada, sino las relaciones y vínculos que en ella construimos Si le preguntamos a cualquier persona qué recuerda de la Escuela, seguro que no nos dirá el promedio que sacó en Matemática en octavo básico.
De una vez por todas debemos tomarnos en serio lo que ocurre dentro de las Escuelas, la forma en que se distribuye, administra y vive el poder. Los profesores no podemos ser cómplices de un sistema educativo que sigue reproduciendo, en parte, formas de vincularnos que no construyen una sociedad más humana, sino que reproducen competencia, individualismo y consumismo.
Seguirán aumentado las denuncias de apoderados contra los Colegios, y no solo porque seamos "malos" los profesores, sino porque la Escuela actual debe girar, renovarse, abrir sus puertas y ventanas, ser capaz de redefinirse. No esperemos que esta tarea la realice el Estado o el Ministro de turno, no, ellos no lo harán. 
La transformación de la Escuela es tarea tuya y mía, de todos los que día a día habitamos el espacio común donde procuramos aprender y enseñar.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Desarrollo, Escuela y Subjetividad

Como es costumbre, el PNUD entrega su Informe 2012 para nuestro país.
Aun no leo todo el documento, solo la Sinopsis, quiero compartir algunas interrogantes que me surgen.
1) ¿Cómo relacionamos los educadores estos Informes con nuestra labor profesional?
2) ¿Nos hacemos cargos y tomamos en cuenta el bienestar subjetivo de los estudiantes? 
3) ¿El currículo toma en cuenta la subjetividad o el foco está puesto en el diseño curricular del MINEDUC?
4) ¿Cómo se puede incluir el bienestar subjetivo de los estudiantes cuando las metas las pone un otro externo a ellos?
5) ¿El centro del proceso educativo escolar lo tiene la felicidad de los niños o las notas que ellos saquen?
6) ¿Seguiremos preparando para la vida adulta de los niños, para el futuro o les acompañaremos en su proceso de bienestar subjetivo actual?

Dejo pendiente el compartir reflexiones una vez leído el documento completo.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Redes Sociales: ¿las nuevas aulas escolares?

Las redes sociales están presentes en la vida de millones de personas, y sobre todo en la vida de los niños y adolescentes que pueblan nuestras salas de clases. Los educadores no podemos seguir viviendo como si esta realidad no impactara nuestra labor profesional. Es un absurdo. Por todos los espacios de discusión y análisis social se intenta vislumbrar el impacto que tienen y tendrán las redes sociales en la vida de las personas y de las sociedades, pero al parecer, los docentes no estamos metidos de lleno en dicha discusión y conversación.
Estoy convencido que cada día que pasa son más los jóvenes que aprenden a través de las redes sociales, son más los jóvenes que se relacionan, se vinculan y crean realidad en dichas redes, por tanto si queremos realizar una educación significativa debemos mirar lo que ocurre con dichas redes, pero sobre todo debemos mirar qué está ocurriendo al interior de nuestras aulas.
El desafío central es el siguiente: ¿qué formas de aprendizaje, de interrelación, de participación, de opinión tienen las redes sociales y que podemos ocupar en el aula? Dicho más fácil, transformemos nuestras aulas en una gran red social donde se comparte, de aprende colaborativamente y se crea conocimiento en común.
Les dejo un par de enlaces de páginas que me pareces interesantes de revisar y conocer.
http://internetaula.ning.com/
http://eduredes.ning.com/

¿Qué significa ser patriota hoy?

Comparto con ustedes la reseña histórica que me tocó redactar hace algunos días para el Acto Cívico de mi Colegio.


En 4 días más, el 18 de septiembre del 2012, Chile conmemorará los 202 años desde el inicio del proceso de independencia de la Corona Española. Este proceso concluyó el 12 de febrero de 1818 con la declaración de Independencia.

Es así, entonces, que el 18 de septiembre recordamos el inicio de un proceso que duró casi ocho años y que costó la vida de hombres y mujeres que lucharon por un ideal, que creyeron firmemente en que era posible otro mundo, otra forma de sociedad en la cual los ciudadanos tuvieran la oportunidad de elegir libremente sus destinos colectivos. El 18 de septiembre marca, por tanto, el inicio de una nueva forma de concebir la sociedad y la identidad patria, sin dependencias extranjeras, y con la firme voluntad de que cada persona viviera en libertad.

Nuestra breve historia republicana ha estado habitada por muchos hombres y mujeres que han sabido leer sus épocas. Hombres y mujeres que han solidarizado con la ciudadanía y que han alzado la voz, la voluntad y la conciencia para despertar el alma libertaria cuando Chile así lo ha requerido.

Esta es la celebración de la patria, de los ciudadanos, de quienes sigue creyendo en que los pueblos son capaces de autodeterminarse, de buscar acuerdos para construir juntos un futuro mejor para todos sus hijos. Por ello, cuando han pasado 202 años del inicio del proceso de independencia hay que volver a aprender de los patriotas. Pero sobre todo hay que mirar nuestro entorno para reconocer aquellos signos de dominación que aun nos pueden impedir vivir en autonomía y libertad.

O`HIggins, Carrera, Rodriguez, Camilo Henríquez y muchos otros no estuvieron siempre de acuerdo. Cada uno pensaba el país de forma distinta, pero cada uno buscó el bien de Chile y de sus gentes. A ellos podemos sumar muchos nombres que seguramente cada uno de ustedes quisiera agregar a esta lista. Pero lo relevante también es agregar nuestro propio nombre. De eso se trata el celebrar la patria. La patria la construimos todos y todas. A los próceres de nuestra historia, a aquellos que los libros han reconocido como fundadores de la patria se deben unir nuestros nombres. Somos nosotros quienes construimos el presente y el futuro de Chile. El ejemplo lo han dado los padres de la patria, los próceres y, sobre todo, los innumerables héroes anónimos que en silencio han entregado, en su labor cotidiana, la vida por nuestro país.

A todos los próceres, héroes y patriotas anónimos y públicos vaya nuestro reconocimiento sincero y agradecido. Con ellos celebremos estas fiestas de la independencia y la patria que juntos seguimos construyendo.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

La cátedra en Tarapacá

El domingo recién pasado estuve en el pueblo de Taparacá. El sol se hacía sentir a mediodía en la pampa y en la plaza de Tarapacá circulaban unas diez personas a la espera del inicio de la misa.
Sentado junto a mi familia en la poca sombra que hay en la plaza, escuchábamos como un padre, que vendía revistas y libros a un costado de la Iglesia, le leía a su hijo un instructivo acerca de "cómo ser una persona feliz". Nos quedamos escuchando atentamente, pero luego la escucha se transformó en contemplación: el padre que enseña a su hijo, el padre que es maestro de vida, el hijo que acoge la enseñanza, que escucha atentamente y que responde con libertad lo que va descubriendo dentro de sí.
Este hecho me hizo pensar mucho en nuestro rol de educadores, profesores, maestros, docentes o como se le quiera llamar a nuestra profesión. ¿Qué estamos transmitiendo? ¿qué podemos enseñar a los niños y niñas con quienes compartimos la vida? ¿Es relevante aun nuestro rol? ¿Tendremos que aprender de los padres y madres de nuestros estudiantes? ¿Cómo lograr un trabajo verdaderamente aliado con nuestros apoderados? ¿Cómo construir verdaderos vínculos formativos con los apoderados?
La mayoría de los aprendizajes vitales de la vida no ocurren en la sala de clases, o dicho de otro modo, no ocurren dentro del currículo oficial que nos exigen enseñar desde el MINEDUC. Los aprendizajes vitales, aquellos que dejan huella, que nos constituyen en la persona que somos ocurren en la calle, en la familia, con los amigos, en medio de la sociedad.
Entonces se hace relevante el aprender a mirar dónde aprenden los estudiantes, quiénes han sido sus maestros. Es primordial abrir las Escuelas a las familias, abrir la Escuela al entorno local. Mientras más cerrada la Escuela, menor será su impacto en la vitalidad sustancial del estudiante. Abrirnos a las redes sociales, dejar que entre la vida real al aula o, mejor aun, dejar las aulas para comenzar a aprender en la vida.
La plaza de Tarapacá se transformó en el aula , el profesor, el padre, en el mejor educador. El tema, los consejos para ser felices, en el mejor currículo. Ahí, en medio de la pampa, volví a ser consciente de que aprender no es propiedad de la Escuela y de que los profesores debemos declararnos aprendices permanentes. Ahí volví a darme cuenta de que la Escuela debe aprender del mundo en el que está inserta, de que la Escuela requiere con urgencia deshacerse de sus seguridades y construir lazos con las familias. Volví a aprender que la Escuela nueva va de la mano de la nueva Sociedad, que por más que nos hagamos los sordos y no queramos ver, la Escuela debe cambiar, debe aprender, debe transformar.
El domingo pasado aprendí una nueva lección, en el silencio del desierto pude escuchar la gran cátedra de la vida, fui testigo del oficio de un gran educador, de un padre, y de un gran aprendiz, un hijo.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Estimo que es indispensable que todos los profesores de Chile veamos esta película y que se realicen reflexiones en torno a ella.
El MINEDUC debería generar las instancias de discusión y análisis del modelo actual que él impulsa y promueve, a la luz de este documental.
Llegó la hora de abrir la óptica, asumir que en diversos espacios del país surgen nuevos modelos escolares que buscan responder a las necesidades reales de los niños, jóvenes y, sobre todo de las comunidades en que ellos están insertos.
El foco de la Escuela no puede estar en formar consumidores, sino que en crear espacios de transformación social a partir del rescate de los verdaderos valores humanos.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Escuela permeable

Parece que es tema común que la educación está en el centro de la discusión social y política de nuestro país. Desde todos los ámbitos emergen acciones, ideas, proyectos, movilizaciones, discusiones y personas que tienen relación con la educación.
A la Escuela se le quiere dar más recursos, pero se le pide que sea un espacio de integración social, que se eduque en valores. Se le pide que eduque en consumo y también en sana convivencia. Se le exige que alimente sanamente a los niños, que desde ella se prevenga el consumo de drogas, que los niños desarrollen capacidades, habilidades, competencias, que hablen inglés. Se espera que sea una Escuela actualizada con las TIC's, que sea pertinente con los cambios sociales. Se pide que forme ciudadanos responsables y, para las escuelas confesionales, que sus alumnos sean hombres y mujeres creyentes. A la Escuela se le pide todo.
Creo que algo no cuaja en esto. Es algo así como que la Escuela es la última institución que sobrevive del antiguo orden moderno. La Iglesia Católica ha perdido figuración, los partidos políticos están en franca decadencia y las organizaciones sociales juveniles siguen perdiendo adeptos. Al parecer la Escuela, para muchos, es el espacio social que permitirá la sobrevivencia de una sociedad mejor.
Todas las esperanzas están puestas en la Escuela.
Pero ciertamente que la Escuela es permeable. Conformada por seres humanos, ella vive toda la grandeza y debilidad humana. En ella se una lo más hermoso y también lo más bajo de nuestras debilidades.
Quienes conformamos la Escuela somos seres humanos que, insertos en la sociedad, no podemos estar fuera de ella. Por tanto lo esencial es asumir esta permeabilidad, esta fragilidad que nos debe llevar a vivir la humildad profunda para ser un espacio donde la humanidad sea el elemento sustancial que guíe nuestras decisiones y acciones pedagógicas.
La Escuela nueva que se erige en distintos rincones del planeta lleva este sello de humanidad. Es una Escuela que se reconoce aprendiz, en donde los docentes, estudiantes y apoderados forman una Comunidad de Aprendizaje permanente. Es una Escuela permeable que comparte sus logros y retrocesos. Es una Escuela que mira la sociedad y busca su transformación, una Escuela que no prepara para vivir en la sociedad, sino que recrea la nueva sociedad que la humanidad requiere.
La Escuela la conformamos seres humanos, por tanto, si algo le podemos pedir es que sea permeable a todo lo humano y que, a partir de dicha humanidad, pueda desarrollar procesos de formación y se constituya a sí misma como espacios de humanización, asumiendo lo la grandeza y la miseria que nos hace humanos, que nos hace hermanos.
Dicha Escuela requiere otra estructura, otra configuración curricular. Ya no cabe expulsar a los estudiantes, ni seleccionar por notas, dinero o creencias. Es una Escuela democrática, comunitaria abierta y permeable al entorno local, siendo motor de desarrollo social comunitario y en donde todos aprendan los vínculos necesarios para crear la nueva humanidad.
¿Queremos construir esta nueva Escuela?


martes, 11 de septiembre de 2012

¿Memoria colectiva?

Hoy se cumplen 39 años del golpe de Estado de 1973. Hoy jugó la selección de fútbol de Chile contra Colombia, hoy murió Sergio Livingstone y Raquel Correa. Hoy se hizo el Chile Day en Londres. Hoy se cumplen 11 años del atentado a las Torres Gemelas (EE. UU.)
Me remito, sobre todo, a la primera fecha.
En la ciudad en que vivo, Iquique, en el ambiente en que me muevo, nada olía a los típicos "11" que viví en Santiago. Tuve que hacer clases a tres cursos. A los muchachos de octavo les pregunté si sabían lo que había ocurrido el 11 de septiembre de 1973 en Chile. Nadie supo responder.
La verdad es que más que comenzar a hablar de dicha fecha, cosa que no correspondía por la temática abordada en la clase mencionada, me quedé pensando en cómo viven estos niños el Golpe de Estado, o más aún, qué espacio tiene en Chile esta fecha.
Ciertamente luego de 39 años, el Golpe se sitúa en un momento histórico distinto. Por ello creo importante el  reflexionar en la Escuela cómo educamos a partir de un hecho que ha marcado nuestra historia del siglo XX. Más allá del prisma político desde donde se miren los hechos, debemos acordar el aprendizaje que se debe dar a los niños sobre este hecho histórico.
No se trata de buscar un gran acuerdo de las enseñanzas del Golpe de Estado, sino que como educadores, debemos ser capaces de generar opinión, de mostrar los hechos ocurridos, de ser capaces de hablar de temas que durante muchos años fueron algo como un tabú. Abrir las opiniones, buscar lo que viven las familias, lo que opinan y ser valientes a la hora de denunciar el horror y la muerte provocadas.
Si los medios de comunicación solo mostrarán las barricadas y las romerías al Cementerio, si es más importante el partido de la Selección, si la vida sigue igual, debemos ser los educadores los que procuremos el mantener la memoria colectiva. Memoria colectiva porque fuimos todos los chilenos los afectados por el Golpe de Estado, porque aunque quieran dejar en el olvido lo ocurrido y sus consecuencias, no podemos dejar que nuestra memoria olvide que perdimos la cordura, que olvidamos la patria y que no nos reconocimos como hermanos por muchos años.
La memoria colectiva es necesaria para construir identidad chilena, para sabernos y sentirnos parte de un colectivo, de un proyecto común, de una historia compartida y de un futuro que entre todos vamos a construir.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Identidad chilena

En medio de las celebraciones del llamado Mes de la Patria, en el Colegio donde trabajo hemos realizado dos actividades importantes: Debate en mi Colegio y un Campeonato de Cueca. Ambas actividades buscan desarrollar la "identidad nacional".
De hecho, uno de los temas elegidos para que los niños de séptimo y octavo debatieran fue la identidad chilena. La pregunta central era: ¿qué significa ser chileno? Lo mejor de todo es que a nivel de docentes esta pregunta tampoco encuentra respuesta única.
Ciertamente que ser chileno es algo que aun estamos construyendo y que, aunque varios intelectuales quieran dar una respuesta definitiva, creo que estamos lejos de ello. Y una vez más, como en muchos temas de actualidad, la Escuela parece que tiene mucho que decir.
¿Qué otra institución tiene el deber de educar en la identidad chilena? ¿es la Escuela "la" encargada de transmitir los "valores patrios"? ¿qué identidad chilena es la debemos transmitir en las aulas? ¿cómo viven los estudiantes actuales que tenemos la identidad chilena?
La verdad es que no tengo claro qué es la identidad chilena, pero lo que sí tengo más que claro que esa respuesta no es única ni mucho menos propiedad de los Larraín, Morandé. Salazar o cualquier otro intelectual entre cuatro paredes defina lo que somos como pueblo.
En tiempos de globalización de la información, cuando los jóvenes están conectados con todo el mundo a través de internet, la pregunta por la identidad hay que hacerla desde la praxis, no desde lo que nuestros padres o abuelos nos dijeron que era el ser chileno.
Pero en la Escuela, creo, seguimos escuchando el mismo verso: bailar cueca, cantar la canción nacional, vestirse de huasito, comer empanada... etc. Justamente creo que ese verso ya no "corre", aunque sigamos creyendo y queriendo que con eso somos "más chilenos", creo que el tema no va por ahí. Mejor dicho, no se agota ahí. El tema se amplía, se ensancha, toda vez que la diversidad se hace evidente en nuestro país, toda vez que salimos del provincialismo en que se nos tuvo metido durante casi doscientos años.
¿Y quien definirá la identidad chilena? Ese es el tema: dar las instancias para que sean los mismos niños y jóvenes quienes den cuenta de aquellos aspectos del ser chileno que les identifica.
Abro el tema, como muchos de los que iremos compartiendo, para todos quienes pensamos la educación del Chile de hoy (aunque no sepamos cuál es ese Chile de hoy)

domingo, 9 de septiembre de 2012

Educación y dolor

Ayer murió la hija de un actor y una modelo. Tenía, creo, seis años y seguramente era la alegría de su casa, de sus padres y de su familia. El caso se conoció porque sus padres eran figuras públicas.
Ciertamente empatizo mucho con ellos. Mi hija tiene menos de dos años y me cuesta imaginar lo que ocurriría en mi interior si ella no estuviera.
Me pregunto por los amigos de aquellos niños que parten de este mundo a temprana edad, por sus profesores, por aquellos con quienes comparten todos los días. Cuando un pequeño fallece, también parte de la Escuela fallece. Y nosotros, sus educadores, también sentimos que algo se nos quita. Entonces es cuando aparece el dolor, la pena, la rabia, la angustia y nos volvemos a preguntar... ¿por qué ocurre esto?
Con la pérdida de un niño o niña se aparece el sinsentido, el absurdo humano más profundo. Ello nos pone en condición de alerta, de conectarnos con la humanidad más originaria, con la que nos permite educar día a día, que nos permite buscar crear un mundo nuevo en cada momento que pasamos en el aula.
Es el dolor, y sobre todo el sinsentido del dolor, el que nos permite volver a creer en la vida, en la esperanza de que cada gesto de amor, cada palabra de apoyo, cada acción educativa tiene pleno sentido cuando ella genera vida nueva.
Creo fundamental que el dolor sea parte del proceso educativo que impulsamos en cada aula. La vida humana se constituye también en el dolor. Si hay una certeza que tenemos al momento de nacer es que algún día moriremos, es que algún día el dolor nos visitará.
¿Qué significa educar en el dolor? ¿cómo acompañar el dolor dentro del aula? ¿cómo acercarnos al dolor que viven tantos estudiantes para generar vida nueva en ellos? ¿cómo nos haremos cargo del dolor que causamos los educadores? ¿somos conscientes del dolor que producen nuestras palabras, calificaciones, anotaciones y comentarios negativos en nuestros alumnos?
El aula está llena de humanidad y el dolor es parte de esa humanidad. Por tanto creo en la Escuela que mira el dolor humano, que lo acoge, lo sostiene y busca, muchas veces a tientas, el poder sanar, curar y aliviar el dolor. Creo en la Escuela que humaniza el dolor, que no lo esconde ni lo sataniza. Creo en la Escuela que educa en el dolor y que celebra la vida que emerge detrás de cada instante de dolor.